jueves, 17 de enero de 2019

Como mejorar la adherencia en el asesoramiento nutricional


"El mejor nutricionista no es el que diseña la mejor dieta, sino el que diseñando una buena dieta, es capaz de que su paciente la siga''


- Guillermo Navarrete.


Es muy común iniciarse en una dieta cuando analizamos nuestro cuerpo físico, y ver que no nos sentimos bien con él. Nos miramos al espejo, nos vemos faltos de seguridad en nosotros mismos y decidimos pasar a la acción buscando un nutricionista que nos asesore.

Al pagar al profesional en cuestión, recibimos la dieta y nos sentimos motivados, pero al cabo de unos días, ya empezamos a ''pecar'', saltandonos la dieta. Lo peor de todo, es que la mayoría de veces, no comemos algo fuera de la dieta diseñada, sino que cogemos una comida copiosa y abundante, y saturamos nuestros depósitos de almacenamiento del cuerpo, trasnformando esa acción en un incremento de peso... nos sentimos culpables y empezamos a machacarnos con nuestro diálogo interno, diciéndonos frases como:
- ¡¡No tenía que haberme saltado la dieta!!
- ¡¡Ahora todo el esfuerzo no ha servido de nada!!
- ¡¡Soy un inútil que no sabe seguir una dieta ni unos cuántos días seguidos!!

¿Te suena la situación? ¿Por qué nos pasa esto? Vayamos por partes...


1. Mecanismos mentales que nos impiden avanzar.


En primer lugar quiero mencionar, que sentirte culpable por saltarte la dieta, no va a servirte de gran ayuda. Es absolutamente normal, que tras años de malos hábitos, no puedas evitar comer ciertos alimentos a los que tu cerebro se ha acostumbrado. Si si, has leído bien, el que se ha acostumbrado a comer mal es tu cerebro, no tu voluntad ni tu consciencia en concreto, ya que el cerebro funciona por hábitos aprendidos.


Cuando tu cerebro interpreta una acción, como un pequeño placer diario, queda reforzado el hábito en el cerebro mediante las llamadas conexiones sinápticas. Diferentes estudios como Neal (2006), ya han probado la teoría que el 45% de lo que hacemos diariamente, no necesita ni una pizca de conciencia sobre la acción. En este caso el comer comida palatable, ha sido reforzado en tu cerebro al identificarse como un placer hedónico diario, reforzado en las conexiones sinápticas por refuerzo negativo. La próxima vez que tengamos ese tipo de comida cerca, nuestro cerebro actuará incitandonos a comer ese tipo de comida, ya que nos va a hacer sentir bien, y eso evolutivamente hablando, nos incita a mayores probabilidades de sobrevivir.

Es más, si te sientes culpable por saltarte la dieta, mandas una señal neurofisiológica al cerebro de estrés, o lo que es lo mismo, se activa el sistema de seguridad, el cerebro emite señales de peligro y busca señales para compensar el sistema de seguridad con el sistema hedónico... exactamente, el sistema hedónico que aprendió a que la comida palatable, te hace sentir bien y elimina el estrés.

En resumen, sentirte culpable lo único que hace es que aumenten las posibilidades de que comas mal, porqué sentirte mal o estresado, se compensa con pequeños placeres, y la comida chatarra por desgracia, tu cerebro la asoció con que es positiva para tu supervivencia y para equilibrar el sistema de seguridad.


2. Cómo engañar a nuestro cerebro:

Para iniciarnos con éxito en una dieta, debemos revertir las conductas aprendidas de nuestro inconsciente, para ello hay una herramienta que son los mini-hábitos, que es muy efectiva, en primer lugar porque reduce la tensión de tener que hacerlo todo bien desde el principio, y en segundo lugar porque vamos a dejar a un lado el tema de la culpabilidad por comer mal, que nos hace ir hacia atrás constantemente.


Un mini-hábito, es lo mismo, que hacer un hábito muy poco a poco, para que las conexiones sinápticas que han registrado los hábitos alimenticios de tantos años, se reviertan poco a poco, sin darse cuenta. Existe el falso mito de que un hábito se revierte en 21 días, pero es un falso mito que no dispone de evidencia científica, y que es directamente proporcional a los años de malos hábitos y lo grande que pueda ser la motivación de la persona. Así que aplicar esta herramienta de coaching en la dieta, sería tan sencillo como ir paso a paso, sin prisa pero sin pausa, hacia un hábito alimenticio sano, eficaz y que dure en ella tiempo.

Los mini-hábitos en el tema de la adherencia en la dieta son vitales.
- Mi recomendación inicial es que cuando te envíen una dieta, la primera semana intentes hacer el desayuno siempre bien.
- La segunda semana, hagas el desayuno y el almuerzo bien.
- La tercera semana, el desayuno, el almuerzo y la comida bien.
- La cuarta semana, el desayuno, el almuerzo, la comida y la merienda bien.
- La quinta semana ya hariamos el menú completo a la perfección.

Ésto por supuesto es una recomendación muy general, habrán personas que puedan hacerlo bien mucho antes y personas que les costará menos.
Pero como norma general, si empiezas haciendo el desayuno bien, es más fácil que el resto del día sigas haciendo bien la dieta que te han diseñado, ya que, si por ejemplo, te saltaras el desayuno o desayunaras con alimentos que generan una subida del azúcar en sangre muy elevada (como galletas, tostadas o magdalenas), esos picos de insulina inestables, te generarán menos saciedad y mayor hambre al final del día, y eso se traduce en cenas abundantes y exageradas por llegar con mucha hambre a la cena.
Empezar bien el día, por lo tanto, pone a favor a tu sistema fisiológico, que es el que regula el hambre.


3. ¿Dieta = a sufrimiento? No, dieta = estilo de vida


Nos pasamos la vida cuidando cosas materiales como nuestro coche, nuestro móvil, etcétera, de los que seguramente tendremos varios de cada en la vida junto a otras muchas posesiones materiales. Al móvil le ponemos una funda no sea que se ralle, al coche lo llevamos al lavadero varias veces al mes... entonces, ¿por qué nos cuesta tanto cuidar nuestro cuerpo a través de la alimentación?

Tenemos que hacer de la dieta una experiencia educativa y humana divertida, hay miles de alimentos con los que rotar y elegir si hay determinados alimentos que no te gustan, pero tenemos que crear conciencia sobre todo, de que el placer inmediato que te va a dar un cruasán de chocolate, no va a ser lo mismo que el placer fisiológico que te va a dar un plato de verduras por ejemplo. Asumamos que digerir un plato de verduras, que la inmensa mayoría las personas digerimos bien, nos produce una digestión que ni nos enteramos, sin embargo, al comer un alimento procesado, la recompensa palatable inmediata se transforma en una posterior digestión pesada, con acumulación de gases en muchos casos y hacernos sentir fisiológicamente mal.

Cuerpo solo tenemos uno, sin embargo no nos sofocamos en cuidarlo como se merece. Piensa en tu cuerpo como el vehículo con el que te desplazas, ¿en qué prefieres viajar, en un coche de hace 20 años o en un Ferrari recién salido del concesionario?
Pues así somos las personas, estropeamos nuestro coche por no cuidarlo y con el paso de los años nuestra calidad de vida se reduce dando paso a múltiples enfermedades relacionadas con la alimentación.


4. Sueño y alimentación en relación a la adherencia a la dieta:

La cronobiología  del  sistema  nervioso  está  relacionada  con  la  ingesta  de  comida  y  la  regulación  del  sueño  y  el  arousal.  Se  han  documentado  algunas  relaciones  interesantes. Por  ejemplo  el  consumo  de  melatonina  produce  una  pérdida  de  masa  grasa,  y  los  receptores  dopaminérgicos  varían  en  el  sistema  nervioso  de  las  personas  con  obesidad  entre  la mañana  y  la  noche.

La  falta  de  sueño  se  ha  relacionado  con  un  aumento  del  hambre,  preferencia  por  alimentos  altamente  palatables  y  densamente  calóricos,  y  un  aumento  de  peso.  A  nivel  neurobiológico,  algunos  factores  determinantes  pueden  ser  las  disminuciones  en  la  concentración de  hormonas  anorexígenas  como  la  leptina  (señalizan  mecanismos  de  saciedad)  e  incrementos  en  la  concentración  de  hormonas  orexígenas.  Se  ha  documentado  que  niños  de solo  16  meses  de  edad  que  duermen  menos  horas  muestran  mayor  apetito.   

Algunos  pequeños  estudios  realizados  con  distintas  proporciones  de  macronutrientes  han evaluado  el  impacto  de  la  dieta  en  la  cantidad  y  calidad  del  sueño.  Las  dietas  altas  en carbohidratos  estimulan  el  inicio  del  sueño  acortando  la  latencia,  mientras  que  alimentos altos  en  proteínas  resultar  en  un  sueño  más  profundo.  Es  posible  que  los  alimentos  altos en  carbohidratos  puedan  por  tanto  estimular  el  sueño,  los  alimentos  altos  en  proteínas pueden  dar  lugar  a  una  mejor  calidad  del  sueño,  mientras  que  las  comidas  altas  en  grasa pueden  influir  negativamente  en  el  tiempo  total  de  sueño.  Un  posible  mecanismo  es  que al  ingerir  carbohidratos  se  ve  alterado  el  balance  de  captación  en  el  cerebro  entre  triptófano  y  bcaa's,  al  ser  metabolizados  gracias  a  la  acción  de  la  insulina  aumentando  la  disposición  de  triptófano.  El  triptófano  es  precursor  de  la  serotonina  y  ésta  de  melatonina. 

Un  estado  de  hambre  aumenta  el  arousal  del  sistema  nervioso  para  movilizarnos  a  buscar comida.  Por  tanto,  cenar,  en  general  ayuda  a  conciliar  el  sueño.  Digestiones  pesadas  en cambio  pueden  interferir  con  la  calidad  del  mismo.  Debido  a  que  el  movimiento  y  aferentes  del  sistema  nervioso  entérico  señalizan  la  corteza  sensitiva  e  insular,  existe  un  vínculo biofísico  y  bioquímico  entre  el  aparato  digestivo  y  la  regulación  emocional  y  del  arousal  a nivel  del  SNC.  Pierde  peso  para  dormir  mejor,  y  duerme  mejor  para  perder  peso.


5. Ejercicio y descanso en relación a la adherencia a la dieta:

Existe  una  relación  evidente  entre  el  ejercicio  y  los  neurotransmisores  de  nuestro  cerebro. Si  hacemos  yoga  o  meditación,  existe  un  aumento  de  la  neurotransmisión  inhibitoria (GABA,  glicina)  en  nuestro  sistema  nervioso.  Igualmente,  el  ejercicio  físico  eleva  distintos neurotransmisores  y  factores  neurotróficos  implicados  en  el  sistema  de  recompensas,  la neuroplasticidad  y  adaptaciones  vasculares.

La  actividad  física  es  un  potente  regulador  metabólico.  Realizar  ejercicio  produce  una cascada  de  cambios  fisiológicos  y  neuroendocrinos,  desde  la  regulación  de  las  hormonas, pasando  por  adaptaciones  celulares,  neuronales,  inmunes  y  la  modulación  en  la  expresión  de  los  genes.  Las  personas  que  hacen  ejercicio  documentan  dormir  notablemente mejor  que  las  personas  que  no  hacen  ejercicio.  Idealmente  debemos  combinar  ejercicio físico  con  ejercicios  de  relajación.

Algunos  estudios  interesantes  muestran  que  el  tiempo  sentado  en  el  trabajo  predice  la depresión  y  la  ansiedad.  Algunos  estudios  parecen  mostrar  que  hacer  ejercicio  poco  antes de  dormir  no  empeora  el  sueño,  incluso  con  un  espacio  de  sólo  35  minutos  entre  ejercicio y  sueño. En  personas  mayores  de  60  años,  el  ejercicio  físico  ha  logrado  mejorar  el  sueño en  una  intervención  de  4  meses,  mejorando  latencia,  calidad  y  duración.

Los  atletas  probablemente  tienen  una  mayor  necesidad  de  horas  de  sueño  que  la  población  general  para  optimizar  su  rendimiento.  Quizás  algo  parecido  puede  suceder  con  personas  con  gran  demanda  laboral  o  intelectual.  Algunos  pequeños  estudios  de  extensión de  sueño  en  jugadores  de  baloncesto  lograron  mejorar  el  sprint  y  un  mayor  acierto  en  tiros  libres  y  tiros  de  3  puntos.  En  el  equipo  de  natación  de  la  Universidad  de  Stanford  se realizó  un  estudio  de  extensión  de  sueño  a  10  horas  al  día  durante  seis  semanas.  El  rendimiento  deportivo  se  evaluó  después  de  cada  práctica  de  natación  regularmente  programada.  Después  de  obtener  sueño  adicional    los  atletas  mejoraron  varios  parámetros,  incluído  velocidad,  tiempo  de  reacción.  También  se  han  documentado  mejoras  en  el  rendimiento  de  los  atletas  tras  una  siesta.

El  ejercicio  mejora  el  sueño,  la  salud  psicológica,  conserva  la  masa  cerebral  y  previene las  enfermedades  neurodegenerativas.


~MI EXPERIENCIA CON LA ADHERENCIA A LA DIETA:

Hace años comía muy mal, mis desayunos eran los típicos de cereales, galletas procesadas y magdalenas; mis comidas con Coca-Cola; mis meriendas con paté foagras con pan, nocilla, batidos de chocolate; en mis cenas había siempre patatas fritas o huevo frito y Coca-Cola...

Con 12 años caí enfermo del riñón (nada es casual), y estuve dos semanas en el hospital con dieta blanda, aunque en el hospital no me daban comida mucho mejor (ya sabemos los menús que sirven allí, basados en la antigua pirámide alimentaria...).

Cuándo salí del hospital, aprendí a cuidarme, hice balance de lo ocurrido y empecé de nuevo a hacer deporte.
Empecé a hacer cursos de entrenamiento y nutrición, y a probar los resultados conmigo mismo.

Éstos fueron los pasos que seguí para aprender a comer mejor:

A. Aprender a desayunar bien: 

La primera comida del día. Si desayunamos mal y generamos un pico de insulina muy alto, estaremos todo el día con la necesidad de azúcar, porque no olvidemos que el azúcar bloquea la leptina, que es el neurotrasmisor que le dice a tú cerebro cuando está saciado). Así que cambiar los cereales, galletas y magdalenas por unas gachas de avena, bebida de soja y fruta, cambia mucho el eje hormonal del resto del día.

Desayunos que suelo hacerme:

- Gachas de avena fina, con bebida de soja, nueces o almendras, y un par de frutas (plátano, manzana, pera, kiwi y fresas son mis favoritas).

- Tortita de 6-8 claras de huevo con avena.

B. Eliminar los refrescos en cada comida:

Cuando dí este paso, me dí cuenta de que mi estómago se sentía mucho mejor, mis digestiones mejoraron, mi energía total del día se vió incrementada y el sueño nocturno empezó a ser de mayor calidad. Y es que los refrescos a nivel fisiológico, impactan en nuestra microbiota de manera muy negativa.

- Empecé a beber más agua con las comidas (al fin y al cabo es lo que somos en nuestra mayor parte como explicamos ampliamente en nuestro anterior artículo).

- Cambié los refrescos por tés de varias clases (té verde, té rojo por el día y de noche una combinación de hierbas «para evitar la teína de noche» que me gusta mucho: cola de caballo, tomillo y manzanilla).

Me sorprendieron los resultados...

C. Incrementar la ingesta de proteínas en cada comida:

Al empezar a hacer deporte, también mis demandas de proteínas eran mayores, empecé a usar My Fitness Pal, y empecé conmigo mísmo un trabajo de educación alimentaria del que no había sido consciente. Anoté lo que comía antes y me salieron uns porcentajes desastrosos...

- 60% Carbohidratos.
- 30% Grasas.
- 10% Proteína.

Los resultados estaban claros, cambiar las fuentes de azúcares refinados por proteínas como carne, pescado y huevos era mi siguiente paso.

Después de esto mi alimentación se equilibró...

- 40% Carbohidratos.
- 30% Grasas.
- 30% Proteína.

Mi principal cambio aquí fué en estos ejemplos:

Desayuno:

Tomar un batido de whey proteín con las gachas o la tortilla de avena.

Almuerzo:

Aumentar la cantidad de fiambres con buena proteína como jamón serrano, jamón York o fiambre de pavo, siempre con algo de queso, que tiene bastantes proteínas.

Comida:

Si antes metía una lata de atún con la pasta, ahora metía dos latas.

Si hacíamos arroz, aumentaba la cantidad de pechuga.

Si comía legumbres, tomaba mayor cantidad que antes.

Merienda:

Eliminé los dulces y azúcares refinados y los sustituí por un bocadillo de claras de huevo con especias.

Cena:

Prioricé el comer algún tipo de pescado o carne cada noche con patata hervida y una buena menestra de verduras mixtas, en lugar de pizzas o alimentos fritos, o bocadillos de tortilla de patata que eran muy típicos en mi casa.

D. Ajustar los micronutrientes y la grasa:

Aunque ya comía algo mejor, las grasas seguían estando altas, porque aún no fuí capaz de eliminar toda la comida procesada. También tomaba demasiados quesos de todo tipo: queso rallado en la comida, queso en los bocadillos, queso para acompañar la verdura de la cena...
Un ejercicio que me ayudó mucho fué el empezar a interpretar las etiquetas, aprender que no tenía ni idea de que muchos alimentos tenían tantas grasas hidrogenadas.

Así que mi siguiente paso, fué priorizar fruta y verdura para aumentar la densidad nutricional por una parte, reducir el queso y eliminar casi todo lo que viniera en una caja.
En resumen, priorizar comida real, con la que logramos dos cosas, reducir azúcares y grasas transgénicas o hidrogenadas, y aumentamos la densidad nutricional de la dieta.

Después de ésto mi alimentación se equilibró mejor todavía:

- 45% Carbohidratos.
- 20% Grasas.
- 35% Proteína.

Quiero mencionar, que tras esto, las fuentes de carbohidratos aumentaron, pero también lo hicieron su calidad, es decir, apenas tomaba ningún azúcar refinado y los carbohidratos eran todos complejos.

E. Eliminar comida que no siente bien en tu microbiota:

Este último apartado fue decisión propia, ya que pese a todo hay ciertos alimentos que no toleraba bien, hablo de los lácteos y el gluten. Veía que me sentaban mal, y decidí hacer algunos cambios más en mi dieta, pero si a tí te sientan bien, los lácteos suelen ser una fuente completa de hidratos, grasas y proteínas. Ya os lo dejo a vuestra elección según vuestras sensaciones intestinales.

- Sustituir leche de vaca por bebida de soja. A veces también compro la de avena o la de coco.
- Eliminar los quesos, tomar sólo fiambres magros como el pavo, jamón serrano o el jamón york.
- Minimizar el pan y la pasta, priorizar avena y arroz sobre lo que lleve glúten.

~Conclusiones:

El trabajo de adherencia a una dieta no es algo que se realice de la noche a la mañana, al igual que el entrenar los músculos requiere una buena planificación previa y aprendizaje posterior para ganar masa muscular y fuerza, el trabajo de adherencia a una dieta implica estar dispuesto a aprender sobre alimentación y sobre uno mismo. Las herramientas de contar calorías nos pueden hacer aprender educación alimentaria, qué macronutrientes tiene cada alimento, ya que en la mayoría de casos no sabemos realmente ni qué densidad nutricional tiene lo que comemos (algunas personas me han llegado a preguntar que si la fruta era un carbohidrato..., imaginaros la poca enseñanza que hay al respecto sobre la alimentación).

Nuestra fisiología humana nos envía señales constantemente a traves del sistema nervioso entérico, todos sabemos lo que nos sienta bien o mal, lo que pasa es que muchas veces ni nos paramos a reflexionar si queremos de verdad hacer un cambio interno. Debemos pensar más allá de la recompensa palatable inmediata, saber que una zanahoria no es tan sabrosa como un dulce por ejemplo, pero que a largo plazo vamos a estar más sanos si hacemos esas pequeñas elecciones alimentarias en nuestro día a día.

Recuerda que no estar enfermo, no es lo mismo que estar sano, muchas veces el no cuidar nuestra alimentación hace que surjan problemas a largo plazo, que ni sabemos que estamos ''criando'' a causa de los malos hábitos alimenticios. Comemos fatal, la industria alimentaria nos engaña con su neuromarketing, de ahí famosas frases como que "más de tres huevos semanales son malos", pero nadie nos dice que más de tres dulces son verdaderamente malos, y no los huevos que son proteínas de alto valor biológico y grasas buenas. Nos hacen creer lo que le interesa a la industria. Veremos que hay cientos de anuncios sobre alimentos procesados, pero la fruta, los huevos, la verdura, los frutos secos, la carne y el pescado, ni se anuncian.

Así que esperemos que este artículo te haya sido de utilidad, que puedas extrapolar nuestros ejemplos personales y aplicarlos en tu día a día. Y sobretodo, darnos cuenta, que igual que no se empieza una casa construyendo el tejado antes, la alimentación implica muchos factores de cambio, hasta que somos capaces de seguir la dieta que nos han recomendado.
Sobretodo no hay que sentirse culpable cuando el cerebro nos impulsa a comer ese dulce que nos produce una satisfacción inmediata, ya que está acostumbrado a sucumbir a esa clase de placeres hedónicos que llevas mucho tiempo dándole, porque te guste o no, el cerebro tiene más control sobre tí, que tú sobre él, ya que el 95% de lo que hacemos y somos, son mecanismos de aprendizaje y conductas aprendidas a nivel neuronal. Comer un dulce debería ser algo placentero a nivel psicológico muy de vez en cuando, pero no lo habitual, en ese sentido sí podría tener ese pequeño hueco en la dieta, pero siempre como norma general hay que priorizar la comida real.

Así que sé paciente, ve haciendo pequeños cambios, y con el paso de los meses verás que los resultados a largo plazo crearán en ti un estilo de vida nuevo y más saludable. Para todo lo demás haznos cualquier consulta y estaremos dispuestos a ayudarte.

Un fuerte abrazo.


~REFERENCIAS:

* Am  J  Clin  Nutr.  2012  Apr;95(4):818-24.  Sleep  restriction  leads  to  increased  activation  of brain  regions  sensitive  to  food  stimuli.  St-Onge  MP  et  al.

* Int  J  Obes  (Lond).  2014  Mar;38(3):411-6.  Sleep  restriction  increases  the  neuronal  response  to  unhealthy  food  in  normal-weight  individuals.  St-Onge  MP  et  al.

* Eur  J  Clin  Nutr.  2010  Sep;64(9):948-57.  The  glycaemic  potency  of  breakfast  and  cognitive function  in  school  children.  Micha  et  al.

* Am  J  Clin  Nutr  September  2011  vol.  94  no.  3  804-808.  Effects  of  sleep  fragmentation  in healthy  men  on  energy  expenditure,  substrate  oxidation,  physical  activity,  and  exhaustion measured  over  48  h  in  a  respiratory  chamber.  Rick  Hursel  et  al.

* Br  J  Nutr.  2012  Jun;107(12):1823-32.  Breakfast  glycaemic  index  and  cognitive  function  in adolescent  school  children.  Cooper  SB  et  al.

* J  Am  Diet  Assoc.  2010  Jun;110(6):869-78.  The  relationship  of  breakfast  skipping  and  type of  breakfast  consumption  with  nutrient  intake  and  weight  status  in  children  and  adolescents:  the  National  Health  and  Nutrition  Examination  Survey  1999-2006.  Deshmukh-Taskar  PR  et  al.

* Br  J  Nutr.  2011  Nov;106(10):1552-61.  Glycaemic  index  and  glycaemic  load  of  breakfast predict  cognitive  function  and  mood  in  school  children:  a  randomised  controlled  trial.  Micha et al.

* Eur  J  Nutr.  2013  Jun;52(4):1353-9.  Variation  in  the  effects  of  three  different  breakfast meals  on  subjective  satiety  and  subsequent  intake  of  energy  at  lunch  and  evening  meal. Fallaize  et  al. 

* Chronobiol  Int.  2014  May;31(4):453-60.  Effects  of  a  carbohydrate-enriched  night  meal  on sleepiness  and  sleep  duration  in  night  workers:  a  double-blind  intervention.  Nehme  et  al.

* Br  J  Nutr.  2014  May  28;111(10):1841-52.Effects  of  hydration  status  on  cognitive  performance  and  mood.  Masento  et  al.

* J  Am  Coll  Nutr.  2007  Oct;26(5  Suppl):549S-554S.  Dehydration  and  cognitive  performance. Grandjean  et  al.

No hay comentarios:

Publicar un comentario