miércoles, 13 de mayo de 2020

Aplicación de la Bioneuroemoción y el Coaching para potenciar tu vida - Parte II: El psicoanálisis


LA PSICONEUROEMOCIÓN MOTIVACIONAL PARA LA VIDA
Parte 2: El psicoanálisis 
(Edgar Doménech Coach)

Bienvenidos un día más a mi blog, hoy os traigo la segunda parte, de una serie de 4 artículos en los que os voy a cambiar literalmente la vida... Puede parecer arrogante, pero en mi caso personal lo hizo. 

Sócrates decía:
"Yo no puedo enseñaros nada, solo puedo ayudaros a buscar el conocimiento dentro de vosotros, lo cual es mucho mejor que traspasaros con mi poca sabiduría" 

Y eso justamente voy a hacer ahora. 

En este artículo, ya os inicié en el método de la "psiconeuroemoción" y os expliqué las razones por las que vivimos literalmente como zombies. Tras darnos cuenta de que hemos estado viviendo de forma rutinaria y en automático, toda transformación interior constaría de dos pasos:
  1. Aceptar el cambio
  2. Cómo trabajar el cambio de percepción con el Psicoanálisis para mejorar tu vida, aprender como funcionan tus mecanismos neurológicos y comprender tus emociones. 
Pues bien, en este artículo nos centraremos en el psicoanálisis y cómo aplicarlo en tu vida. Vamos a ello. 


1. Introducción al psicoanálisis 

El psicoanálisis fue desarrollado por el Doctor Sigmund Freud (1856-1939), en una época en la que hablar de la psique y las emociones estaba completamente mal visto. Pese a ello, todos los grandes genios nunca se dan por vencidos al no ser reconocidos por los demás, y Freud no fue una excepción en su desarrollo del psicoanálisis. 

El psicoanálisis es una teoría psicológica que concede una importancia decisiva a la permanencia en el subconsciente de los impulsos instintivos reprimidos por la conciencia. Es un método de tratamiento de algunas enfermedades mentales basado en esta teoría. El psicoanálisis utiliza el discurso inconsciente como materia para analizar los deseos y las frustraciones del paciente.  Así que, esta es una pista para poder trabajar con las personas y analizar las mentiras que se cuenta asi mism@, y que están bloqueando su vida.

Pues bien, qué me diríais si os dijera que... 

"Una persona irresponsable, es un enfermo mental" (Brian Tracy). 

Esta idea tan radical expone Brian, uno de los lideres de negocios y liderazgo, más grandes de Estados Unidos, aunque él nació en Canadá. 

Continuando con el análisis de la conducta humana, hay otro factor clave que cabe vislumbrar ahora mismo para que entendáis que os quiero expresar. 

"Existe una tendencia neurótica muy común en nuestra sociedad, a utilizar los problemas propios como base para una conversación" (Brian Tracy)

Enlazando estas dos frases con la que nos deleita Brian Tracy, podemos dilucidar, que la sociedad globar, como norma general, vive en el neuroticismo, en la víctima y en estar siempre con pensamientos y emociones negativas en la cabeza. A esto él lo llama irresponsabilidad, por eso él dice que si no eres responsable de tu poder de decisión, estás cayendo en los moldes establecidos de una sociedad profundamente enferma. Esto nos lleva a parafrasear al gran filósofo Hindú. 

"No es buen sintoma estar adaptado a una sociedad profundamente enferma" (Jiddu Krishnamurti) 

La mala noticia de esto, es que hay un alto porcentaje de la población que es irresponsable, neurótica, victimista, negativa y eso les hace sentirse atacad@ por todo, pero no se cuestionan que su vida puede mejorar a través de su mente. Una vez más, si yo era una persona negativa, victimista, quejica... Etc, y pude cambiar, todo el mundo puede y estas son las buenas noticias. 

La psicoterapia no es dar consejos. Un consejo es lo que te dan cuando la persona a quien le estás contando algo horrible y complicado tan solo quiere que te calles y que la dejes en paz. Un consejo es lo que te dan cuando la persona con la que hablas quiere recrearse en su inteligencia superior. Después de todo, si no fuera por tu estupidez, no tendrías unos problemas tan estúpidos. La psicoterapia es una auténtica conversación, es decir, exploración, articulación y creación de estrategias. Cuando participas en una auténtica conversación, escuchas y hablas, pero sobre todo escuchas. Y escuchar significa prestar atención. Es increíble lo que las personas te cuentan cuando eres capaz de escuchar. A veces, si escuchas a alguien, puede que incluso te cuente qué problema tiene. Puede que incluso te cuenten cómo piensan resolverlo. Y, en ocasiones, todo eso te sirve para arreglar algún problema que tienes.

En mis sesiones psiconeuroemocionales hablo y escucho. A algunas personas les hablo más y a otras las escucho más. Muchas de las personas a las que escucho no tienen nadie más con quien hablar. Algunas están verdaderamente solas en el mundo, algo que le ocurre a mucha más gente de lo que crees. No las conoces porque están solas. Otras viven rodeadas de tiranos, narcisistas, borrachos, gente traumatizada o víctimas profesionales. A algunas no se les da bien expresarse y se escapan por la tangente, se repiten, dicen cosas demasiado vagas y contradictorias, y resulta complicado seguir lo que están contando. Hay quien vive en medio de cosas horribles, como padres con alzhéimer o niños enfermos, y no disponen de demasiado tiempo para ocuparse de sus propias preocupaciones.

Resulta imposible entender hasta qué punto una persona tiene que llegar a ser nadie para poder existir en un mundo en el que un archivador con cincuenta páginas llenas de categorías acerca de descripciones oníricas y comentarios sobre novelas pueden constituir un currículum.

Muchas formas de psicoterapia que se practican en la actualidad funcionan. Las personas pueden llegar a estar tan confundidas que sus psiques se organizan y sus vidas mejoran en cuanto adoptan cualquier método de interpretación mínimamente sistemático. Así se ensamblan los elementos dispares que componen sus vidas de una forma disciplinada, sea la que sea. Así pues, si te has deshilachado, o si nunca has conocido ningún tipo de cohesión, puedes reestructurar tu vida apoyándote en los principios de comportamiento de Freud, Jung, Adler o Rogers. Entonces, consigues al menos resultar comprensible. Tienes al menos cierta coherencia. Puede que al menos sirvas para hacer algo, aunque quizá no cualquier cosa.

Eso es lo que Freud recomendaba. Hacía que sus pacientes se tumbaran en un sofá mirando al techo, y dejaba que divagaran y que dijesen lo que les pasara por la cabeza. En eso consiste el método de la libre asociación. Es así cómo el psicoanalista freudiano evita transferir sus propios prejuicios y opiniones al paisaje interno del paciente. Esta era la razón por la cual Freud no se ponía enfrente de sus pacientes, ya que no quería que las mediaciones espontáneas de aquellos se vieran alteradas por sus propias expresiones emocionales, por sutiles que fueran. Le preocupaba, y con razón, que sus propias opiniones —o, peor todavía, sus propios problemas por resolver— se reflejaran de forma incontrolada en sus respuestas y reacciones, tanto conscientes como inconscientes. Temía perjudicar así el desarrollo de sus pacientes. Por los mismos motivos, Freud insistía en que los propios psicoanalistas debían someterse a la terapia. Quería que aquellos que practicaban este método descubrieran y eliminaran algunos de sus peores puntos ciegos y prejuicios, para que así no ejercieran su labor de forma deshonesta. En eso Freud llevaba razón. Al fin y al cabo era un genio, algo evidente por el mero hecho de que la gente lo sigue odiando. Pero el enfoque imparcial y hasta cierto punto distante que preconizaba Freud también tiene sus desventajas. Muchas de las personas que buscan terapia desean y necesitan una relación más cercana, más personal, algo que por otro lado también tiene sus peligros. Es por ello, en parte, que en mi práctica me decanté por la conversación en lugar del método freudiano, al igual que la mayoría de los coaches de salud integral.

¿Entonces cómo sé cuándo hay que decir algo?

  1. En primer lugar, como he dicho antes, me pongo en una disposición apropiada. 
  2. Defino bien mi objetivo. Quiero que las cosas vayan mejor. Mi mente se orienta en función de esa meta e intenta producir respuestas al diálogo terapéutico que contribuye a ese objetivo.
  3. Internamente veo qué es lo que sucede y revelo mis respuestas. Esa es la primera regla. Por ejemplo, un paciente dice algo y yo tengo cierta ocurrencia o bien una fantasía me atraviesa la cabeza. Frecuentemente tiene que ver con algo que ese mismo paciente explicó un poco antes o en una sesión anterior. Entonces le cuento tal pensamiento o fantasía. Con indiferencia le digo: «Dijiste esto y me he dado cuenta de que luego me percaté de esto otro». Entonces lo hablamos.
  4. Tratamos de determinar la relevancia del significado de mi reacción. A veces, quizá, tiene que ver conmigo. Ahí es adonde iba Freud. Pero en ocasiones se trata simplemente de la reacción de un ser humano imparcial, pero favorablemente predispuesto a una declaración que revela algo, formulada por otro ser humano. Es algo que posee un significado, en ocasiones incluso correctivo. En otras, sin embargo, se me corrige a mí.
  5. Tienes que llevarte bien con otras personas. Un terapeuta es una de esas otras personas. Si es bueno, te dirá la verdad acerca de lo que piensa, lo cual no es lo mismo que decirte que lo que piensa es verdad. Entonces podrás contar al menos con la opinión honesta de una persona, algo que no es tan fácil de conseguir. No es tema menor. Es la llave que abre todo el proceso psicoterapéutico: dos personas contándose la verdad y escuchándose.


2. ¿CÓMO DEBERÍAS ESCUCHAR?

Carl Rogers, uno de los grandes psicoterapeutas del siglo XX, sabía unas cuantas cosas acerca de cómo escuchar. Escribió lo siguiente:

"La gran mayoría de nosotros no sabe escuchar; nos vemos obligados a evaluar, porque escuchar es muy peligroso. En primer lugar hace falta valentía y no siempre la tenemos".

Rogers sabía que escuchar podía transformar a la gente. A propósito de eso comentó:

"Puede que algunos penséis que escucháis bien a las personas y que nunca habéis visto semejantes resultados. Es más que probable que no hayáis escuchado de la forma que he descrito". 

Proponía a sus lectores que realizaran un pequeño experimento la próxima vez que se encontraran en una discusión:

«Detén la discusión un momento e introduce esta regla: “Cada persona puede decir lo que piensa solo después de repetir las ideas y sentimientos de la persona que acaba de hablar de forma minuciosa, con una formulación que esa persona apruebe”». 

Esta regla me ha resultado de gran utilidad, tanto en mi vida privada como en mis sesiones de coaching. Suelo resumir lo que la gente me ha dicho y les pregunto si he entendido correctamente. Unas veces, aceptan el resumen; otras, me sugieren una pequeña corrección. De vez en cuando me equivoco por completo. Y está bien saber todo eso.

Este proceso de resúmenes comporta varias ventajas básicas. La primera es que termino entendiendo realmente lo que la otra persona me está diciendo. Sobre esto, Rogers señala:

«Parece sencillo, ¿no? Pero, si lo pruebas, descubrirás que es una de las cosas más difíciles que jamás hayas hecho. Si de verdad entiendes a una persona de esta forma, si estás dispuesto a entrar en su mundo privado y ver cómo se le presenta a él la vida, corres el riesgo de quedar transformado. Puede que acabes viendo las cosas de la misma forma, puede que te veas influido en tus actitudes o en tu personalidad. Este riesgo de transformación es una de las perspectivas más aterradoras que la mayor parte de nosotros puede encarar». 

Pocas veces se han escrito palabras más acertadas.

Hace falta mucho tiempo, en algunos casos, para averiguar lo que una persona quiere decir de verdad cuando está hablando. Esto se debe a que frecuentemente está articulando sus ideas por primera vez. No puede hacerlo sin perderse por callejones sin salida o declarar cosas contradictorias, incluso abiertamente absurdas. Se debe, en parte, a que hablar (y pensar) a menudo tiene que ver más con olvidar que con recordar. Hablar de algo que ocurrió, sobre todo si posee una carga emocional, algo como una muerte o una enfermedad grave, significa escoger detenidamente qué se va dejando atrás. Cuando se empieza, no obstante, mucho de lo que no es necesario tiene que verbalizarse. La persona que habla con gran emoción tiene que relatar toda la experiencia con todo lujo de detalles. Solo entonces puede pasar a enfocar o consolidar el hilo central, las causas y consecuencias. Solo entonces se puede extraer la moraleja de la historia.


3. ¿Entender las 16 leyes mentales para poder psicoanalizar nuestra mente?

El primer paso es darse cuenta, el segundo sería decidir cambiar y el tercero, estar atento a tus pensamientos todo el día. 

Pero para ello, hay que explicar una serie de leyes mentales, con las que se rige el subconsciente. 

  1. La ley del control: Si tienes sentimientos negativos tendrás una sensación de caos dentro de ti. Por el contrario, si tienes sentimientos positivos, tendrás sensación de paz y de control sobre tu vida. 
  2. Ley del accidente: No planificar, es planificar el fallo. Si a nuestra mente la seguimos dejando en la zona de confort, jamás cambiará y seguirás en bucle con tus pensamientos negativos. Planifica cada día, algunas cosas que te hagan sentir bien y aumenten el sistema de recompensas hedónico o de placer del cerebro. 
  3. Ley de causa y efecto: Las causas de nuestra mente son nuestros pensamientos, y los efectos, las consecuencias. Para cada pensamiento hay una consecuencia. El éxito no es un accidente. Recuerda la Biblia, "de lo que siembres, recogerás". Por eso todas esas terapias new age de permanecer en el ahora y fluir no funcionan, porque están bien para relajarse y tener paz (una meditación por ejemplo), pero no para revertir las circunstancias y emociones de tu vida. 
  4. Ley de la creencia: Un Curso de Milagros aquí lo explica muy claro... "Lo que creas, es lo que harás real para ti". Y Henry Ford decía algo muy parecido "tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto. 
  5. Ley de la espectativa: O lo que es lo mismo, el efecto observador. Qué nos dice que cómo nos ven los demás, jefe, familia, amigos y nosotros mismos, condiciona quiénes somos. A esto también se le conoce como el efecto pigmalión. 
  6. Ley de la atracción: Quizás la más conocida de todas, tus pensamientos tienen una frecuencia vibratoria basasa en el amor o el temor. Depende de como lo pensemos, atraeremos eso a nuestra realidad. Esa el la razón porque los ricos cada vez son más ricos, y los pobres más pobres. Es cuestión de aptitud mental. 
  7. Ley de la correspondencia: Parafraseando a la Biblia de nuevo, se nos dice "como es adentro, es afuera". Es decir, uno se convierte en lo que piensa. 
  8. Ley de la actividad subconsciente: Nuestras palabras, sentimientos y acciones, encajan con nuestro autoconcepto o lo que pensamos acerca de nosotros mismos. Por eso es muy importante de lo que pensamos, hacemos y sentimos, vaya en la misma dirección. Pero aquí la sociedad está en su mayor parte, en una disonancias cognitiva tremenda. 
  9. Ley de la concentración: En el sentimiento o emoción que nos concentremos, eso crecerá en nuestra mente. 
  10. Ley de la sustitución: Se basa en sustituir un pensamiento o sentimiento positivo por uno negativo. En lo que elegimos ser en nuestra realidad, y así eliminar los sentimientos negativos dejando de darles poder. Si nos centramos en los pensamientos y sentimientos negativos, así será nuestra vida en todas nuestras facetas.
  11. Ley de la costumbre: Sin una decisión concreta para cambiar algún aspecto de su vida, la tendencia de la mente es a segyir igual. Esto es lo que llamamos hábitos, las conexiones sinápticas del cerebro forman los hábitos y sin conciencia no se cambian. 
  12. Ley de la inercia: Cuánto más haga lo que hace, más seguirá igual. Para lo bueno y para lo malo, el cerebro es economicista, si hace mucho una acción, se graba en su subconsciente para ahorrar energía. 
  13. Ley de la emoción: Todas las decisiones que tomamos se basan en una emoción. Una emoción fuerte domina a una débil. Temor vs amor. 
  14. Ley de la expresión: Todo lo que hace, se introyecta en nuestra mente y se expresa afuera. 
  15. Ley de la impresión: Todo lo objetivo crea lo subjetivo, es decir, toddo hecho crea una emoción. 
  16. Ley de la práctica: Todo lo que haga de forma repetida, se convertirá en hábito. 
Como veis muchas leyes son complementarias entre si y con todas estas leyes mentales, ya tenéis para analizar vuestra mente. Como veis, nada es producto de la casualidad y os he dado herramientas para que seáis capaces de verlo por vosotros mismos. 

Si queréis probar en vivo una sesión de PSICONEUROEMOCIÓN, os aconsejo suscribiros al canal de YouTube, ya que el día 31 de mayo, haré un sorteo con una sesión gratuita. 

En el último artículo de la serie, os pondré una muestra de una sesión escrita, para que veáis que no somos nada tolerantes con las divagaciones de nuestra mente, y en consecuencia, así nos va cómo sociedad mundial. 

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